La pizza es, sin duda, uno de los platos más versátiles y consumidos globalmente. Aunque muchos se inclinan por las recetas tradicionales que priorizan el producto vegetal, la experimentación en el mundo de la comida rápida no cesa. De hecho, la cadena estadounidense Chick-fil-A ha vuelto a poner sus peculiares pizzas en el menú, pero solo en un único local de innovación en Maryland, demostrando las dos caras de este plato universal.
La base vegetal, un clásico que no falla
Para aquellos que prefieren opciones con menos carne, una pizza vegetal, como la popular de tomatitos cherry y rúcula, representa una opción habitual en la cocina tradicional. Este tipo de plato, que suele servirse como primer plato, se disfruta durante todo el año y ofrece una base nutricional interesante. La masa aporta los hidratos de carbono necesarios, mientras que las verduras, especialmente el tomate, ofrecen vitaminas, minerales y una alta cantidad de antioxidantes.
Si bien es cierto que la base de la pizza y el queso (unos 100 gramos de mozzarella suelen ser suficientes) suman calorías, los ingredientes vegetales añadidos son, en su mayoría, ligeros. Un truco muy extendido para realzar el sabor de esta preparación es rociarla con un chorrito de aceite de oliva crudo justo antes de servir, lo que le da un toque especial.
El proceso de la masa casera
Preparar la masa en casa, aunque requiere paciencia, es fundamental para el resultado. Generalmente, se utiliza harina de trigo (unos 400 gramos), levadura de cerveza (quizás 30 gramos), agua tibia y sal. La técnica clásica implica formar un “volcán” con la harina, disolver la levadura en el agua tibia en el cráter y amasar progresivamente hasta obtener una textura homogénea y consistente.
Posteriormente, esta bola de masa debe fermentar, tapada con un paño limpio, durante un par de horas como mínimo. Una vez estirada, se cubre con tomate triturado (unos 100 gramos), la mozzarella, los tomatitos cherry cortados y un toque de orégano. El horneado se realiza a unos 200ºC durante aproximadamente 25 minutos, hasta que los bordes estén bien dorados. Es importante recordar que las hojas de rúcula se deben colocar encima justo al sacarla del horno, antes de servir.
Chick-fil-A y su cocina experimental
En el extremo opuesto de esta tradición gastronómica se encuentra el hipercompetitivo mercado estadounidense. Los fans de la cadena Chick-fil-A en Maryland, concretamente, están de enhorabuena. El local “Little Blue Menu”, situado en el 7242 de Baltimore Avenue en College Park, ha reintroducido sus singulares pizzas experimentales.
Este restaurante no es un Chick-fil-A al uso; funciona como la cocina de innovación oficial de la compañía. Se trata, en esencia, de un laboratorio de conceptos donde prueban nuevos productos antes de decidir si los lanzan a gran escala. Las pizzas ya debutaron en la primera etapa de vida del local, pero desaparecieron notablemente tras su reapertura el pasado septiembre, generando dudas entre la clientela sobre su posible regreso.
Pizzas con pollo, miel picante y encurtidos
Tras meses de espera, las pizzas han vuelto silenciosamente a la carta del “Little Blue Menu”. La oferta actual rompe moldes y se aleja mucho de la tradición mediterránea. La lista incluye variedades como la “Hot Honey Spicy Roni” (con pepperoni y miel picante), la “Buff-lo-Ranch” y, la más comentada, la “Chick-fil-A Pizza”, que incorpora los característicos encurtidos (pepinillos) de la marca junto al pollo.
Este establecimiento, el único de Chick-fil-A en el mundo con esta oferta, también sirve otros productos en fase de prueba que no se encuentran en ningún otro lugar, como alitas de pollo, hamburguesas, batatas fritas (sweet potato tots) o cafés especiales, demostrando su claro enfoque en la experimentación culinaria.